domingo, 30 de noviembre de 2008

Muevo mis caderas al son de la música. Cierro los ojos y dejo que las notas empapen mis sentidos y cimbreen mis hombros, mientras mis pies siguen los ritmos sensuales cuyas cadencias van resbalando por cada milímetro de mi piel. Siento mi cuerpo vibrar suave, lento, sinuoso.

Abro los ojos y solo estamos tú y yo en mitad de la pista. Tú, mirándome a los ojos para bajar la mirada y contemplar todo mi cuerpo, que parece alejarse de ti para acercarse, bailando, y rozar tus caderas con las mías. Posas tu mano sobre mi cintura y me atraes hacia ti, fijos tus ojos en mis labios, que acaricias. Me dejo llevar por tu métrica, que se convierte en la de los dos, mientras hago piruetas sujetas firmemente por tu decisión y dejo que vuelvas a contemplar mi cuerpo, ahora cerca, ahora perdido en tu latir, que sigue al mío.

Tu mano recorre mi cuerpo para explicarle el ritmo, ambos nos fundimos en una música que desafía nuestros sentidos. Hacia delante y atrás, bajamos para subir hasta los más altos tonos de la canción. No hay nadie más, sólo música, sólo nosotros, vibrando, sintiendo, dejándonos llevar...

2 comentarios:

Los viajes que no hice dijo...

Te he visto bailar, que lo sepas...

Dulce Satén dijo...

Pero me temo que sola...